La presente investigación se desarrolló como fundamentación teórica de:
La formación docente como impulso al hábito lector, en escuelas primarias. Una
construcción teórica educativa a la luz del pensamiento complejo. Cuya autora, Mireya del Milagro Hidalgo, la presentó como requisito
para optar al título de: Dra. En Ciencias de la Educación, el año 2011. En la
UNERG
Teorías sobre la lectura.
Ante de acometer la sustentación teórica sobre la lectura,
es pertinente, precisar su definición:
Leer:
En el Diccionario de Etimologías de la Lengua Española
(2007), se reseña el origen de la palabra leer, de la siguiente manera: Del
latín “legere” (acentuando la primera “e”) y de base indoeuropea *leg- que
significa “juntar, recolectar”. Emparentado con el griego λέγειν (“légein” –
“hablar, decir, relatar”, en griego arcaico de Homero “seleccionar, recolectar,
enumerar”) y con la palabra λόγος (“lógos”) con significado de “discurso” pero
que luego se extendió para decir “pensamiento”, “argumento”, “relación”,
“ciencia”. La gente antigua consideraba el “leer” como el “seleccionar
palabras” en textos o inscripciones para entender lo que dicen, que hizo que se
impusiera la palabra “legere” ( emparentada con “lignum”-”aquello que se
recolecta para hacer fuego” que deriva en nuestra palabra “leña”).
Para efectos de este trabajo de investigación, se
considerará el significado etimológico de la palabra, relacionándola con
entender el texto escrito, comprender lo que el autor desea comunicar desde los
conocimientos previos de los estudiantes, su contexto cultural – educativo y
etapa de desarrollo físico y psicológico.
Para Ceretta (2010) bordar
el tema de la lectura es especialmente complejo y no es posible hacerlo desde
una visión única, estática o a través de una sola disciplina. Las concepciones
sobre lectura son múltiples, cambiantes y se manifiestan desde diversos puntos
vista, se transforman y responden a períodos históricos, tendencias y evolución
de la sociedad. El tema de la lectura ha sido objeto de estudio de distintas
disciplinas. En un principio la educación, la pedagogía y la didáctica fueron
las encargadas de abordar la lectura en exclusividad. Sin embargo hoy es tema
de estudio de la psicología, la psiquiatría, la antropología, la lingüística,
la bibliotecología y otras especialidades. Pero según Bavosi (2006), también
despierta el interés de editores y libreros, políticos y medios de comunicación.
La lectura no es un proceso
sencillo, ni rápido, requiere tiempo, práctica, gusto y motivación. Se aprende
a descodificar lo escrito pero no es fácil aprender, por esto Cassany (2006)
expresa que leer es un verbo transitivo y no existe una actividad neutra o
abstracta de lectura, sino múltiples, versátiles y dinámicas maneras de
acercarse a comprender cada género discursivo, en cada disciplina del saber y
en cada comunidad humana. Aprender a leer requiere no sólo desarrollar los
mencionados procesos cognitivos, sino también adquirir los conocimientos
socioculturales particulares de cada discurso, de cada práctica concreta de
lecto-escritura. Además de hacer hipótesis e inferencias, de descodificar las
palabras, hay que conocer cómo un autor y sus lectores utilizan cada género,
cómo se apoderan de los usos preestablecidos por la tradición, cómo negocian el
significado según las convenciones establecidas, qué tipo de vocablos y lógicas
de pensamiento maneja cada disciplina, etc.
Todo esto lleva a
pensar (y no sin fundamentos) que se está corriendo el riesgo de llevar el tema
a tierra de nadie. Lo que se entiende, es que la lectura se ha transformado en
“problema” y hasta el momento no se le han encontrado soluciones
satisfactorias. Dicho problema es de carácter internacional ya que tanto los
países desarrollados como los no desarrollados adolecen del mismo mal. En este
sentido, diferentes autores han esbozado distintas teorías sobre cual es el
proceso de la lectura y que factores están presentes en él.
Para Dubois (1991) se pueden visualizar tres
concepciones diferentes de lectura. Una concepción predominante hasta los años
sesenta que se refiere a la lectura como conjunto de habilidades; una
concepción predominante entre los años sesenta y setenta, que concibe a la
lectura como un proceso interactivo; y la concepción más actual que concibe a
la lectura como un proceso de transacción entre el lector y el texto.
Es interesante analizar cada
una de estas concepciones, puesto que a partir de ellas se puede apreciar la
evolución del concepto de lectura y la complejidad que el mismo adquiere a
través del tiempo.
La lectura como
conjunto de habilidades.
La principal preocupación de esta concepción era describir las
etapas por las que debía atravesar el niño y las destrezas que eran necesarias
para adquirir el dominio del proceso lector. En este esquema el nivel más
importante era reconocer las palabras. A partir de ese momento se daría lugar
al surgimiento de otros niveles como la comprensión; la reacción o respuesta
emocional y la asimilación o evaluación. La idea que prevaleció en esta
concepción fue la de que si el lector dominaba las habilidades básicas (decodificación
del texto), podría luego con la práctica, integrar e incorporar las otras, como
la elaboración y comprensión de lo leído. Esta teoría tuvo un peso fundamental
durante mucho tiempo y fue el modelo que adoptó la formación escolar primaria para
enseñar a leer; no apuntó a la formación de lectores críticos, sino más bien
mecánicos. Expresa Dubois (1991):
De acuerdo con esta concepción se dice que el lector comprende un
texto cuando es capaz de extraer el significado que el mismo le ofrece, lo cual
implica un reconocimiento tácito de que el sentido del texto está en las
palabras y oraciones que lo componen y de que el papel del lector consiste en
descubrirlo (p.37).
La lectura como
proceso interactivo
A fines de los años sesenta
comienzan a producirse cambios en el enfoque teórico antes mencionado y a
consecuencia del avance de la psicolingüístico y de la psicología cognoscitiva
surge una nueva teoría sobre la lectura, que la vincula con un proceso
interactivo. Dentro de este enfoque se destacan dos modelos: el psicolingüístico
y la teoría del esquema.
La lectura
desde el enfoque psicolingüístico
Dubois citada por Ceretta
(2010). Expresa que los máximos exponentes de esta teoría fueron Kenneth
Goodman y Frank Smith. Goodman llegó a la conclusión de que la lectura es un
proceso psicolingüístico en el que interactúan el pensamiento y el lenguaje.
Por su parte Smith destacó el carácter interactivo del proceso y afirmó que en
la lectura interactúa la información no visual que posee el lector con la
información visual que proporciona el texto. En ese proceso de interacción el
lector construye el sentido del texto. El ojo capta la información gráfica y el
cerebro la procesa y ese procesamiento sólo es posible por los conocimientos y
experiencias que ya posee el lector. Si el lector no puede relacionar el
contenido del texto con algo ya conocido por él, no podrá construir ningún
significado. Sostiene que cuanto mayor sea la información no visual que posee
el lector, tanto menor será la necesidad de utilizar la información visual,
puesto que la lectura es un proceso selectivo en el cual el lector no utiliza
toda la información disponible, sino tan sólo la que necesita para construir el
sentido del texto
Dice Dubois (Ob. Cit.), que
este enfoque de la lectura enfatiza en que el sentido del texto no está en las
palabras y oraciones que conforman el mensaje escrito, sino en la propia mente
del autor y en la del lector cuando le da su propio significado al texto. Para
este modelo el lector tiene un papel activo, construye el sentido del discurso con
su competencia lingüística y su experiencia.
Teoría del
Esquema.
Surge en el ámbito de los
psicólogos constructivistas que aplicaron su teoría al estudio del papel que
juega en la lectura la experiencia previa del sujeto. Esta teoría se basa en el
concepto de esquema de Rumelhart (1999). Los esquemas son unidades en las
cuales no sólo está almacenado el conocimiento, sino también la información
necesaria sobre cómo utilizar ese conocimiento. Son estructuras cognoscitivas
creadas a partir de la experiencia previa del sujeto, Cuando lee el lector
trata de explicar el texto en función de las configuración de sus esquemas previos,
o sea la lectura es un proceso de interacción entre la información aportada por
el texto y los esquemas que posee el lector que le permiten comprender el
texto.
La teoría de la interacción
en cualquiera de sus dos vertientes supone que la lectura es un proceso global
e indivisible; el sentido del mensaje escrito no está en el texto sino en la
mente del autor y del lector; el lector construye el sentido a través de la
interacción con el texto: la experiencia previa del lector juega un papel
fundamental en esa construcción.
La
lectura como proceso transaccional.
Esta teoría es de más
reciente concepción y tiene su máximo exponente en la autora Louise Rosenblatt
que en 1978 a través de su libro “The reader, the text, the poem” describe lo
que denomina la teoría transaccional de la lectura. Rosenblatt (1985) utiliza
el término transacción en lugar de interacción. La transacción implica una
relación doble, recíproca entre el cognoscente y lo conocido. Para esta teoría
la lectura es un suceso particular en el tiempo que reúne un lector y un texto
en circunstancias también particulares. El lector adquiere su carácter de tal
en virtud del acto de lectura y es a través de éste que el texto. Rosenblatt (1985).
“Mi punto de vista del proceso de la lectura como “transaccional” es que la
obra literaria ocurre en la relación recíproca entre el lector y el texto”
(p.23)
Llamo a esta relación una
transacción a fin de enfatizar el circuito dinámico fluido, el proceso
recíproco en el tiempo, la interfusión de lector y texto en una síntesis única
que constituye el “significado”, ya se trate de un informe científico o de un
poema. En el proceso de transacción lector y texto son mutuamente dependientes y de
su interpretación recíproca surge el sentido de la lectura. La teoría transaccional de Rosenblatt (Ob.
Cit.) distingue dos tipos de postura del lector frente al texto: la eferente y
la estética. En la postura eferente la atención se centra predominantemente en
lo que se extrae y retiene luego del acto de la lectura. En la postura estética
el lector centra la atención en las vivencias que afloran durante el acto de
lectura. Estos dos tipos de lectura son dos modos coordinados y paralelos. Para la teoría transaccional
el texto es menos un objeto que un potencial que es actualizado durante el acto
de lectura; la comprensión surge de la compenetración del lector y texto y es
así algo único a ese evento; el texto es un sistema abierto y por lo tanto la
variación en la interpretación es la respuesta esperada.
Cada una de estas teorías ha
tenido ingerencia en la formación de lectores a través de la historia. La
lectura implica descodificación de mensajes lingüísticos pero también
comprensión, análisis, elaboración, comunicación o sea que es un proceso
altamente complejo y que conjuga diferentes elementos en un mismo momento.
Dice Dubois (1991) Se podría decir, en términos
filosóficos, que el texto contiene el significado “en potencia”, pero que éste
se “actualiza” por medio del lector en el proceso de transacción que supone la
lectura. Habría que agregar además que el significado potencial del texto y el
construido por el lector nunca son idénticos sino aproximados. El texto
construido por el lector no será idéntico al del autor, puesto que involucra
una serie de inferencias y referencias que están basadas en los esquemas
propios del lector. Cassany (2006),
expresa que:
Leer no es sólo un proceso
psicobiológico realizado con unidades lingüísticas y capacidades mentales.
También es una práctica cultural insertada en una comunidad particular, que
posee una historia una tradición unos hábitos y unas prácticas comunicativas
especiales. Aprender a leer requiere conocer estas particularidades propias de
cada comunidad. No basta con saber descodificar las palabras o con poder hacer
las inferencias necesarias. Hay que conocer la estructura de cada género
textual en cada disciplina como lo utilizan el autores y los lectores, qué
funciones desarrolla, cómo se presenta el autor en la prosa, qué conocimientos
deben decirse y cuáles deben presuponerse, como se citan las referencias
bibliográficas. (p. 65)
Para los efectos de esta
investigación, la lectura es un proceso, que se fundamenta en las teorías
presentadas y que para comprenderlo hay
que entender que su enseñanza debe enfocarse como una sucesión de relaciones
entre el que lee, el mediador y el texto escrito. Considerando la etapa de
desarrollo del estudiante, su entorno social, cultura y los conocimientos
previos.
Imagen: Imágenes Google.
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