Dinorah, no estaba segura del significado de la palabra que hace unos días le mariposeaba en el pensamiento. Entre tantos despropósitos desencadenados en las últimas semanas, el vocablo se había ido perfilando como una salida digna, según ella. Porque aunque quisiera evadir la realidad, ésta la golpeaba incesantemente sin compasión: Ya no tenía trabajo, novio, mejor amiga, le habían dado aviso de desalojo esa mañana, el refrigerador y la despensa estaban vacíos. Estaba hambrienta, enojada. En ese momento vio sobre el estante del comedor, unos dos blísteres de pastillas, que ni recordaba para qué servían, pero sin duda alguna podría darles algún uso…Entonces se dirigió al lavaplatos, lleno un vaso con agua y tomó unas cuantas, a ver si durmiendo, lograba olvidar tanta mala racha…
Cuando despertó el lugar que habitaba estaba en completa oscuridad y le pareció oír como que tocaban a la puerta, encendió la luz medio aturdida, y entonces recordó que se había tomado aquellas pastillas, y que por lo visto ni siquiera la hicieron dormir profundamente. Se dirigió a la puerta, la abrió y vio en el piso una bolsa con víveres, y una nota, que decía: “Toque, sin respuesta. Espero estés bien”. Firmaba Un Samaritano. Tenía hambre cierto, pero no era caridad lo que deseaba, lo que quería era su vida de vuelta… ¿Por qué su novio y su mejor amiga tenían que enamorarse, traicionarla, que golpe bajo, pensó… luego vino la tristeza, los tragos, los retardos en el trabajo… el despido, se acabó el dinero. Todo se fue, se esfumo…Ahora, ella se encontraba en esa penosa situación… Volvió a la habitación se recostó en la cama y empezó a acariciar las sabanas…Entonces con calma, con la mirada en el vacío, comenzó a torcerlas lentamente. Cuando terminó empezó a buscar dónde sujetarl a soga improvisada, pero no encontró nada que le sirviera para tal fin, frustrada y furiosa solo podía pensar, en que nada le salía bien, ni eso…
Sintiéndose totalmente inútil, se tumbó en el sofá, respiró profundo, y con calma pensó que debía encontrar una forma, de llevar a cabo lo que se proponía a pesar de las condiciones del lugar, qué podría ser, observó sus muñecas, pero descartó la idea, demasiado desastre, no, eso no…La angustia amenazaba con volver y entonces, respiró profundamente, y empezó a reír a carcajadas, pensando que hacer lo que pensaba parecía ser algo más fácil, pero no… Debe haber una forma, claro que sí, estaba cansada de leer, en las informaciones de sucesos, que por cierto siempre consideró era una cobardía, como pasaba… Pero a ella particularmente, le estaba resultando difícil. Pero se dijo a sí misma, que si algo la caracterizaba, era su testarudez y persistencia. A ver… a ver… Las luces de la noche que entraban por la ventana del estrecho balcón, ubicado en un quinto piso, le dieron lo que creyó la salida definitiva…
Con pasos lentos fue hacia él, abrió la puerta que la separaba de las barandillas, buscó una silla, se subió y se lanzó… caía como a cámara lenta, pensando ¡lo conseguí! … Pero entonces escuchó que la llamaban de lejos ¡Dinorah! ¡Dinorah! ¡Dinorah! Y que la sujetaban fuerte, mientras le decían, despierta, te caíste de la cama…que susto me has dado, le dijo con cariño, Miguel su novio, ya preparé el café, tenemos que salir a las diligencias de la boda…Dinorah solo sonrió, mientras que abrazada a su amor, se acercaba a la cocina, debía contarle a él, ese mal sueño…
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