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sábado, 5 de mayo de 2018

Poetas venezolanos: RAMÓN PALOMARES



Ramón Palomares. Poeta
Ramón Palomares es uno de los más prolijos poetas venezolanos de la segunda mitad del siglo XX. La impronta de nuestra lengua vernácula se engalanó en cientos de poemas cargados de bellas escenas del campo andino así como la añoranza del terruño, la historia de importantes ciudades de Venezuela también fueron motivo de sus creaciones. Su poema “El ahogado” fue editado en 1964 por Editorial Arte, acompañado de una serie de fotomontajes del artista plástico Mateo Manaure. Entre los reconocimientos que el poeta Ramón Palomares recibió se cuenta el Premio Nacional de Literatura en 1977 por su libro “Adiós Escuque”, el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora en 2006 por su “Antología poética” y en 2010 el Premio Fray Luis de León de Poesía Iberoamericana en Salamanca, junto a los venezolanos Guillermo Morón y Enrique Viloria Vera.
 Ramón Davis Sánchez Palomares nació el 7 de mayo de 1935 en Escuque, estado Trujillo. Se graduó como maestro normalista en la Escuela Normal Federal San Cristóbal, en 1952; y como Profesor de Castellano y Literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas, en 1958. Ese mismo año  publicó “El Reino”, su primer libro de poemas que fue considerado como un “fabuloso hecho poético, con el apoyo de la editorial del Grupo Sardio, movimiento intelectual del cual formaba parte, junto a Salvador Garmendia, Guillermo Sucre, el también escritor trujillano Adriano González León. En 1963 formó parte del movimiento artístico (contestatario) “El Techo de la Ballena” y fue el editor de su revista “Rayado sobre el Techo”.
El joven poeta Ramón Palomares se radicó en Mérida donde estudió Letras en la Universidad de Los Andes, institución en la que ejercería como docente por varias décadas hasta jubilarse como profesor titular. En 1964 publicó su poemario “Paisano”, que le hizo merecedor del Premio Municipal de Poesía de Caracas, en 1965. Ese mismo año se editó “Honras fúnebres”, y en 1966 la editorial internacional Seix Barral lo incluyó –junto a los venezolanos Rafael Cadenas, Juan Sánchez Peláez, Francisco Pérez Perdono y el poeta, dibujante y crítico de arte Juan Calzadilla– en la antología de la poesía viva latinoamericana. Al año siguiente publicó el poema Santiago de León de Caracas, en que recrea momentos fundamentales de la historia de la capital de Venezuela, motivo de la conmemoración de su 400 aniversario de la ciudad de Caracas.
En 1991 fue homenajeado por su trayectoria en las letras por el comité organizador de la Primera Bienal de Literatura Mariano Picón Salas. En 1997 la VI Semana de la Poesía de la Fundación Juan Antonio Pérez Bonalde hizo lo propio y como parte del homenaje los artistas visuales: Gloria Fiallo, Ernesto León y Gisela Romero, presentaron dibujos basados en algunos poemas de sus poemas. El 14 de junio de 2001 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Los Andes, junto a los poetas Rafael Cadenas y Juan Sánchez Peláez. En 2003 se celebró en la ciudad de Trujillo la Bienal de Literatura Ramón Palomares, que ya cuenta con siete ediciones consecutivas.
En el 2006 publica su último libro “Vuelta a casa”, bajo el sello de la Biblioteca Ayacucho; obra que se suma a sus conocidos volúmenes: Vientecito suave del amanecer con los primeros aromas (1969); Poesía: 1958-1965 (1973); Adiós a Escuque (1974); Poesía (Monte Ávila Editores, 1977); Elegía 1830 (1980); Alegres provincias: homenaje a Humboldt (Fundarte, 1988); Trilogía (Madrid, 1990), Ramón Palomares. Antología Poética (Monte Ávila Editores, 2004); El canto del pájaro en la Piedra (2004); El reino de Escuque (Fondo Editorial Casa de las Américas, 2005).
El poeta Ramón Palomares cuya obra estaba cargada del sentir del campesino y el anhelo de los paisajes andinos, murió en Mérida el 4 de marzo de 2016. El Presidente de la República le confirió postmorten la Orden Libertadores de Venezuela.
Tres poemas de Ramón Palomares.

Elegía a la muerte de mi padre

Esto dijéronme:
Tu padre ha muerto, más nunca habrás de verlo.
Ábrele los ojos por última vez
Y huélelo y tócalo por última vez.
Con la terrible mano tuya recórrelo
Y huélelo como siguiendo el rastro de su muerte
Y entreábrele los ojos por si pudieras
Mirar adonde ahora se encuentra.
Ya los gavilanes han dejado su garra en la cumbre
Y en el aire dejaron pedazos de sus alas,
Con una sombra triste y dura se perdieron
Como amenazando la noche con sus picos rojos.
Las potentes mandíbulas del jaguar se han abandonado
A la noche se han abandonado como corderos
O como mansos puercos pintados de arroyos;
Vélos abrirse paso en el fondo del bosque
Junto a los ríos que buscan su lecho subterráneo.
Y de esos mirtos y de esas rosas blancas
Toma el perfume entre las manos y échalo lejos,
Lejos, donde haya un hacha y un árbol derribado.
Ya entró la terrible oscuridad
Y con sus inexorables potencias cubre las bahías
Y hunde las aldeas en su vientre peludo.
Toma ahora el jarro de dulce leche
Y tíralo al viento para que al regarse
Salpique de estrellas la tiniebla.
Pero aquel cuerpo que como una piedra descansa
Húndelo en la tierra y cúbrelo
Y profundízalo hasta hacerlo de fuego
Y que el vapor se hunda con sus exánimes miembros
Y que su fuerza descoyuntada desaparezca
Como en el mes de mayo desaparecen algunas aves
Que se van, errantes, y nadie las distinguirá jamás.
La joven vestida de primavera,
La habitante en colinas más verdes,
La del jardín más bello de la comarca,
La del amante de las lluvias;
La joven vestida de primavera se ha marchado,
Inconstante, como los aires, como las palomas,
Como el fuego triste que ilumina las noches.
Así pues:
Que tus manos no muevan más esos cabellos,
Que tus ojos no escudriñen más esos ojos,
Pues se cansa el caminante que en la cumbre se detuvo
Y que el camino no pudo determinar su fin.
Pon sobre los lechos tela limpia,
Arrójate como el vencido por el sueño
Y como si fueras sobre los campos, sobre los mares,
Sobre los cielos, y más, y más aún:
Duérmete, como se duerme todo,
Pues el limpio sueño nos levanta las manos y nos independiza
De esta intemperie, de esta soledad,
De esta enorme superficie sin salida.
Dijéronme:
Tu padre ha muerto, más nunca habrás de verlo.
Abréle por última vez los ojos
Y huélelo y tócalo por última vez:
Como se toca la flor para la amada, así tócalo;
Como se miran los extraños mundos de un crepúsculo, así míralo;
Como se huelan las casas que habitamos un tiempo, así huélelo.
Ya los zamuros se retiraron a las viejas montañas
Y también los lobos, las serpientes,
Y no saldrán hacia los claros bellos de la luna
Y no escucharán el canto de las estrellas silvestres
Y no detendrán el suave viento que mueve las hojas.
Voltearon y se fueron y ya no quieren más las claridades,
Las claridades que bailan serenamente en las copas.
Ya las flores nacidas anoche,
Como el lirio, como la amapola, como la orquídea blanca;
Las flores nacidas anoche han desaparecido
Y sólo cuelgan con olores tristes de los gajos.
No mires más a los arroyos que se llevaron las aguas,
Las de ayer, las de hoy, las de ahora mismo,
Y por la lejanía no dejes vagar tu mirada
Acuciada por el dolor de los pájaros presos,
Por el dolor de quienes dejaron partir a la amada,
Por el dolor de quien no puede marchar más nunca a su país.
Hace poco tiempo han pasado ante tus ojos
Sobre la tarde gris, por el cielo inhóspito,
Ciertas aves migratorias llenas de tristeza.
***

Más allá de nosotros

Conversaciones que venían
Hoscas
Buscándonos
Gentes del sueño y Gentes del Viento
Árboles ventosos y golpes en el corazón
Y al cabo estábamos volando
conversando
Árboles ya y gentes del sueño y vientos
(con el alma errada y un errante árbol
Furiosos, Incorpóreos,
dando vueltas en torno a la vida
y desentrañándonos
desentrañándonos
Más allá de nosotros.
***

Pajarito que venís tan cansado

Pajarito que venís tan cansado
y que te arrecostás en la piedra de beber
Decíme. ¿No sos Polimnia? 
Toda la tarde estuvo mirándome desde No sé dónde
Toda la tarde
Y ahora que te veo caigo en cuenta
Venís a consolarme
Vos que siempre estuviste para consolar
Te figurás ahora un pájaro
Ah pájaro esponjadito
Mansamente en la piedra y por la yerbita te acercás
‘Yo soy Polimnia’ 
– Y con razón que una luz de resucitados ha caído aquí mismo
Polimnia riéndote
Polimnia echándome la bendición
 Fuentes:
 iVenezuela.travel
Fecha: 30-04-2018.
Digopalabretxt.com
Fecha: 1-5-2018



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