Muchos padres y maestros,
desean verdaderamente, debido a que valoran la lectura, que sus hijos o
alumnos, adquieran el hábito lector… Esto debido a los innumerables beneficios
que para la vida trae la lectura, y en este sentido prueban a realizar acciones
que sus padres y maestros practicaban cuando eran estudiantes, aunque realmente
estas actividades no les resultaran satisfactorias, no obstante las consideran
efectivas y las siguen replicando, volviendo el proceso de adquisición de la
lectura y del hábito lector, una secuencia de situaciones incomodas y que por
otra parte, parecen producir resultados opuestos a los que buscan. También es
importante señalar que, los niños de esta época, debido al acceso a la
tecnología, con las redes sociales, chats, apps, entre otros… Enfocan el
proceso lector de manera distinta, rechazan de entrada los libros en físico,
destinados tradicionalmente para iniciar el proceso lector (silabarios),
catalogándolos de “aburridos” y prefieran ver videos, comunicarse en frases o
emoticones. Lo que a mi parecer es un tipo de actividad lectora y de escritura,
pero no la suficiente para completar un proceso que requiere otros elementos,
que solo la escuela, los docentes, y la familia puede ofrecer.
Pues al ser la tecnología
pensada y destinada para uso de adultos, simplemente por el momento, no posee
los programas o aplicaciones para suplantar a un docente, una familia y mucho menos
el entorno escolar necesario y adecuado para orientar este aprendizaje, en los
más pequeños. Por lo que tanto padres o representantes como docentes, deben
desenvolverse entre el manejo de los smartphones con los videojuegos, videos,
redes sociales y la escuela tradicional, con los pupitres, el pizarrón, las
clases, y los libros … Esto debido a que la
lectura y escritura que se
realiza en ella no son virtuales (se leen y copian las clases y evaluaciones
del pizarrón, y algunos docentes, simplemente usan el WhatsApp para enviar los
captures del pizarrón a sus estudiantes, padres o representantes –igual deben
leerlo, comprenderlo y desarrollar las actividades por escrito-).
Por lo tanto, debe
hacerse un esfuerzo para que los estudiantes puedan valorar la lectura
independientemente del formato en que se presente, vale decir la que se ve en
las pantallas de los dispositivos y la que se presenta sobre papel, impresa e
ilustrada, sigue siendo lectura, importante para aprender, estudiar,
distraerse, informarse. Así como también es importante en ambos formatos,
elegir apropiadamente los contenidos a los que accederán los niños pues deben
corresponderse a su edad, intereses y ser de la mayor calidad posible.
Después de estas consideraciones,
paso a sugerirles actitudes o acciones que son preferibles evitar, si desean
hijos o alumnos lectores (independientemente del formato en el que se presente
la lectura).
·
Cuando empiecen a leer en voz alta, no los interrumpa constantemente para corregirles
la lectura. Porque se les quitarán las ganas de seguir leyendo.
·
No
los obligue a leer. Nada más eficiente que una simple palabra:
“lee”, para conseguir el efecto contrario. Es preferible, leer una receta de
cocina, por ejemplo y luego pedirle que le lea los pasos mientras el adulto la
desarrolla (una idea, entre muchas otras)
·
No
menosprecie sus gustos o criterios. Desde niño, enséñele
buenos materiales, pero si quiere leer ficción, caricaturas, por ejemplo… Es
mejor, que lea lo que le guste, a que no lea.
·
No
le imponga las lecturas. Esa novela que tanto le gustó a su
edad, no tiene por qué ser de su gusto.
·
No
escolarice, la lectura. Es decir, si escogió un libro
recreativo para disfrutarlo en casa, con comentarlo sería suficiente. Insistir
en hacer resúmenes, copias o dictados, puede resultar contraproducente. En el
colegio es diferente, por el desarrollo de contenidos programáticos,
evaluaciones y validación del conocimiento, para promociones de grado, entre
otros. En el primer planteamiento se trata de disfrutar la lectura, lo que
puede coadyuvar a desarrollar el hábito lector, que propenderá a mejores
resultados escolares
·
No
infrinja castigos, quitándole por ejemplo salir a jugar con
sus amiguitos, o físicos, por no realizar la lectura. Así solo conseguirá que
la rechace completamente.
·
No
pierda la paciencia. Aprender a leer es un proceso que
requiere tiempo, paciencia, y constancia. Si se motiva al niño, se le muestran
buenos materiales y tiene buenos modelos lectores (enseñan con el ejemplo).
Aprenderá casi sin darse cuenta.
Por otra parte, es
conveniente que:
·
Mientras
el niño logre comprender la ambivalencia de los formatos para leer, debe a la
par con el uso de los dispositivos electrónicos, también manipular, hojear
libros y leer en formato impreso, que vea a sus padres y maestros leyendo y que
les lean en ambos formatos. Así podrá comprender mediante el ejemplo de los
adultos significativos, que ambos, cumplen la misma función y que lo relevante
es el contenido y la calidad del mismo.
·
También es favorable, que entienda que un
dispositivo electrónico es sensible a caídas, hurtos, desperfectos, que lo
puede dejar momentáneamente dependientes de la lectura en físico, por lo tanto,
es necesario aprender a usarla en el formato disponible.
·
Le recuerde así mismo los beneficios de
leer, valorando la adquisición de una habilidad, que les servirá para toda la
vida y en diferentes circunstancias.
·
Así mismo, reflexione sobre la pertinencia
de leer para estar informado, para resolver problemas (manuales de
funcionamiento, recetas de cocina, instrucciones de juegos, armar juguetes).
Pues de esta forma, verá la utilidad de lo que se le pretende enseñar. Ya que
el conocimiento, contrario a la ignorancia, favorece su mejor desenvolvimiento
social.
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