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sábado, 6 de julio de 2019

Verwischte Kanten/ Bordes borrosos. Relato.


Verwischte Kanten/ Bordes borrosos. Relato.
                                                                                                           Colaboración de:MediocreStory
 

El vehículo se desplazo, sin mayor problema, en el amparo de la noche, su conductor siendo sumamente cuidadoso, finalmente, tras varios minutos de imparable avance por la carretera que atraviesa aquella espesura, el vehículo se detiene en un pequeño espacio a un lado del camino, justo al lado de los arboles, su ocupante apaga el motor, enciende la luz del interior y suspira.
Mira al asiento del copiloto, donde había dejado solamente lo necesario, una linterna.
Sonrió  levemente, ante el prospecto que  implicarían sus acciones futuras, en particular, la necesidad de finalmente pasarse por su hogar, después de tanto.
Bajo del vehículo, tranco las puertas y dejo la alarma puesta, sintió la fresca y realmente agradable brisa perpetuamente otoñal que este bosque siempre tenía, al menos, para los ojos de uno de sus habitantes.
Encendió la linterna y empezó a caminar, seguro, confiado, conocía el camino, conocía la adivinanza  y conocía el método que había mantenido aquel borroso borde del mundo apartado de los ojos de curiosos impertinentes, etiqueta que se le podría aplicar a las masas en general.
Aunque, después de los curiosos impertinentes, siempre estaban los que consideraban que susodichos bordes, puesto de manera simple "No deberían existir", otro de los muchos motivos por los que este método tan engorroso podía resultar necesario y comprensible.
Siguió caminando, iluminando su camino, casualmente, sin realmente preocuparse por la oscuridad que lo rodeaba, de cualquier manera, ¿por qué se preocuparía en un sitio que había sido su hogar desde hacia tanto?
Camino, y camino, supo que se aproximaba en cuanto el cielo se oscureció, dejando una noche apagada, sin estrellas, aquel sitio donde los dos mundos se conocían,  parecía ya estar ejerciendo su influencia, distorsionando levemente el entorno.
La marcha por el ahora mortalmente silente bosque, afectado por aquella magia de rara naturaleza, donde la brisa otoñal perpetua, perceptible para aquellos que sabían y habían hecho de este bosque su hogar, había desaparecido, quedando el bosque casi estático.
La penúltima parada antes del cruce fue alcanzada en tan solo un par de minutos, y aquella escalera de antiguo estilo, se presento ante el prontamente, simplemente estaba ahí, a la mitad del bosque, la marca que le daba la bienvenida a los habitantes del bosque, a la ultima parte de su viaje.
Ahora solo quedaba la adivinanza.
Descendió por las escaleras, pisando unas pocas secas hojas, generando sonidos de crujidos bajo sus pies, sabía muy bien que ella tenía buen oído, como todas las de su especie, así que ya debería haber escuchado su pequeña algarabía, además de haber sentido como algo entraba al cruce.
Se acomodo levemente la chaqueta ante el nuevo frio que ahora plagaba la especie de mazmorra que tanto a él, como a tantos, les había dado la bienvenida.
Siguió, iluminando su camino por un gran pasillo, largo y oscuro, hasta que finalmente, tras aquel familiar recorrido, encontró la última parada antes de llegar al cruce.
La adivinanza de la esfinge. Guardiana pétrea e inamovible del cruce, que había resguardado sin flaquear aquella encrucijada de mundos,  más antigua quizá, que el propio bosque.

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